domingo, 6 de noviembre de 2011

Capitulo cuatro


Los tres nos dirigimos hacia la salida dejándolos solos.
-Haber, ¿por qué no le diste la razón a mi madre? No ves que es demasiado cabezota-
-Porqué yo le estaba diciendo lo que pensaba, yo no quiero que me acompañe, porque ya me las arreglaré yo sola, así que tú no le digas lo que hice al final y punto ¿vale?-
-No, yo te acompañare y punto, no vas a ir tu sola de noche-me contesto Lucas en vez de su hermana.
-Me da igual lo que te mandó hacer tu madre, yo me iré sola y punto, y si crees que no me las puedo arreglar sola estas muy equivocado-
-Haber calma, lo del transporte ya lo pensaremos luego ¿vale?-
-Es que no hay que pensar nada-. Con eso cerro el tema Lucas, pero yo no estaba tan segura.
-Bueno mira había pensado de ir esta noche a pasárnoslo bien, a la fiesta que celebra Ashley, una amiga de Cassy, por desgracia…-me informó Laura con cara sonriente- ¿Te apetece?-
-No tengo más remedio… ¿oh no?-le dije con una media sonrisa.
Nos subimos al BMW negro de Lucas, hasta dirigirnos enseguida, donde vivía Ashley. Era un chalet de tres pisos, desde donde estábamos se escuchaba la estruendosa música, cuando llegamos hasta la puerta se oía más claramente la canción de David Guetta, Where them girls up, la puerta se abrió de inmediato dejando paso un pasillo lleno de gente bailando como loca y ya medio borracha, había que ir esquivando a mucha gente hasta llegar a la terraza donde aunque pareciera imposible estaba abarrotada de gente alrededor de su enorme piscina, si te descuidabas un poco podías caer fácilmente si te fallaba uno de tus cinco sentidos.
Cogí lo primero que me ofrecieron sin prestar atención de lo que era, solo quería despejar mi mente, me acerqué a la piscina con mi bebida desconocida balanceándome al son de la música, sola, ya que Laura se había ido a saber dónde sin despedirse, me veía interrumpida a veces por tipos estúpidos, pero les dejaba claro mi posición, de nuevo alguien me tocó el hombro y me giré bruscamente, pensando ahora que le diría al siguiente pero la persona que se encontraba en frente de mí me dejo descolocada.
-¿Qué? No me vas a decir nada-me sonrió de manera socarrona Cassy.
-¿Qué quieres?-le respondí con otra pregunta.
-Haber que no entiendes que no te quiero ver por dónde estoy yo, ¡hay que no me acordaba, que solo tienes dos neuronas para procesar la información!-.
-Yo voy por donde quiero cuando quiero y como quiero, una don nadie como tú, no tiene derecho a mandarme lo que tengo que hacer, y aquí la que no tiene dos neuronas eres tu-.

Con eso me fui, siguiendo el recorrido de la piscina, pero un fuerte empujón me hizo perder el equilibrio y caerme dentro de la piscina, cuando salí a la superficie, lo primero que vi fue a una Cassy muy divertida y todas las miradas de la fiesta dirigidas a Cassy y a mí.
-¡Eres gilipollas o te lo haces!- le chillé, como respuesta tuve una estruendosa risa de su parte.
Salí de la piscina apoyándome en la piedra y cogiendo impulso, cuando salí todo el mundo me miraba, pero nadie se esperaba lo que iba, a hacer, porqué cuando salí con todo mi vestido empapado que se ceñía aún más a mi cuerpo, me acerqué a Cassy que todavía se estaba riendo a carcajada limpia y la empujé con todas mis fuerzas dentro de la piscina.
Con eso me fui, dejando a mi paso un rastro de agua y toda la gente abriéndome paso, ya no tenía ganas de más fiesta, y con todo mi vestido empapado, mi pelo pegado a la cabeza, que intentaba ahuecar un poco como pudiera y los tacones de la mano, me dirigía fuera de la casa sintiendo como el frío calaba todos mis huesos hasta hacerme castañear los dientes, solo tenía ganas de irme a mi casa darme una ducha de agua caliente e irme a dormir.
Ensimismada en mis pensamientos no escuché como un par de pisadas iban acercándose hasta donde me encontraba, antes de que dijera algo, me adelanté.
-Vete, no quiero saber nada de nadie, solo quiero irme a mi casa-sin esperar respuesta y sin girarme para bien quien era seguí mi camino de vuelta a casa, pero me agarró del brazo malo y supe enseguida quien era-No otra vez no, por favor…-lo dije en un susurro inaudible.
-Déjame que te acompañe…-, Me giré y le miré directamente hacía sus ojos grises.
-¿No me has escuchado?, no quiero saber nada de nadie, quiero irme sola y quiero que me dejes en paz, así que si no es mucho pedir suéltame el brazo-sacudí el brazo, pero él no relajó su agarré mientras me seguí mirando- Mira ya estoy harta de tus jugueteos y los de tu novia así que olvídame, haz como si no existiera y no me toques-.
-Lo siento por lo que te hice ¿vale? Yo no pretendía hacerte daño, pero déjame acompañarte, además mi madre me dijo-
-Ya se todo lo que tú me has dicho no es nada nuevo para mí, pero que no entiendes que me quiero ir sola, además ahora estoy perfectamente-. En ese instante me llegó una brisa helada que me hizo temblar de pies a cabeza.
-No te lo voy a volver a repetir, que te voy a acompañar quieras o no, y perfectamente no es que estés precisamente-.
-Sí que estoy bien-giré la cabeza, y sentí como una pequeña brisa emanaba cerca de mí cuello haciendo que me estremeciera de nuevo y que se me pusiera la carne de gallina. Sentí un tacto suave y templado que me rozaba el cuello.
-Pues tu cuerpo no dice lo mismo-no le respondí-Venga-.
Sentí un tirón suave del brazo, pero aún así me rehusé a ir.
-Que me quiero ir sola, no quiero tener nadie a mi alrededor en estos momentos y menos cuando eres la persona mas cercana a la que me ha tirado a la piscina, así que por favor déjame irme sola-. Con mis palabras soltó su agarre y me dejo seguir tranquila el largo camino. No me había parado a pensar donde me encontraba y cuanto tardaría en llegar a mi casa, en este instante lo único que pensé es que era la persona mas estúpida del mundo por no aceptar una invitación como esa, miré mi reloj y vi que eran las 3:45 de la madrugada, no podía ir a peor la situación.
Sentí que un coche seguí mi paso de cerca, pero lo intenté ignorar como pude, pero cada vez se hacía menos posible ignorarlo, después de que hablara el que se encontraba dentro.
-Preciosa, ¿quieres que te acompañe?, tan tarde por estas calles es peligroso-.
-No-
-Menos humos caperucita, solo intento ayudarte-
-¿Ayudar o entorpecer?-
-Me gustan las difíciles-.
Le ignoré y apresuré mi camino, en estos momentos preferí irme con Lucas que estar soportando a estos pesados que no tienen otra cosa que hacer un sábado pro la noche, de repente sentí un fuerte agarré en el brazo que hizo girarme hasta toparme de frente con el del coche, intenté separarme pero me seguía estrechando contra el, era repulsivo.
-Que me sueltes-
-Nadie pasa de mi-
-Pues se ve que si-
-Estas muy equivocada, preciosa-.Me acercó más a él pudiendo oler su asqueroso aliento a alcohol.
-No me llames así, y suéltame- le respondí intentándome zafarme de él con todas mis fuerzas pero cada vez se iba acercando más a mi y me manoseaba, sentía como mis lágrimas se acumulaban en mis ojos apunto de ser desbordadas a través de mis mejillas y la vista se me nublaba, pero al último momento sentí como sus garras asquerosos se desprendían de mi y su olor repugnante se alejó en un instante, por la fuerza que utilicé para zafarme de él, me caí de bruces contra el suelo, miré hacia arriba para ver lo que hizo que se soltara de mi y con la situación que se estaba reproduciendo ahora mismo, mi garganta se resecó, viendo que el del coche se encontraba medio inconsciente sobre el capó de su coche, a causa de los golpes que había sufrido, y Lucas agarrándole por su camiseta con el puño alzado hacia el, me fijé en el otro y vi que tenia la boca llena de sangre, su ojo hinchado y la ceja con una pequeña brecha.
-No te vuelvas acercar a ella, ¿me has oído?-le dijo con voz amenazante y su mirada llena de rabia y odio, con un sí de parte del otro, le empujó con un golpe seco contra su capó y se acercó hacia donde estaba, sin apartar su vista de mi.
Se agachó donde estaba yo y me toco el hombro, pero enseguida lo aparté, me sentía sucia y tenía ganas de irme de aquí.
-¿Estas bien?-me preguntó preocupado.
Asentí mirándole, no me atrevía a pronunciar ninguna palabra sin primero desbordar alguna lágrima acumulada.
-Vamos, seguro que querrás llegar a tu casa-. Me ayudó a levantarme y con su tacto templado me hizo estremecer comparado con el mio helado, en respuesta me puso su chaqueta sobre los hombros y me rodeo los hombros, abrazándome yo a su cintura, en ese momento me sentía segura y bien.

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